LA FIDELIDAD...
LA
FIDELIDAD: NO ERES TÚ, SOY YO
La fidelidad está en el cerebro y se irriga mediante un gen.
Científicos de la Universidad de Emory y del Centro de Neurociencias del
Comportamiento de Atlanta, en 2004, descubrieron que transfiriendo un solo gen,
el receptor de la vasopresina, al sistema de recompensa del cerebro se puede
convertir en monógamos a ratones de campiña que, en origen, son promiscuos.
En materia de compras
ningún producto tiene vasopresina lo cual es una hormona del lóbulo posterior
de la hipófisis, que aumenta la tonicidad de los vasos y disminuye el volumen
de la orina.
La fidelización
gira sobre el concepto que “un cliente fiel siempre vuelve a la marca a comprar
más, está dispuesto a asumir un aumento en los precios y se convierte en un
firme defensor de la marca frente a los consumi-dores”.
La teoría que permite
entender la mirada de los usuarios a los espacios de marca como propios,
pagados o ganados, que desarrolla ampliamente Nick Burcher en su recientemente
lanzado libro, me cautivó desde la primera vez que me la topé en una
conferencia.
Escógeme a
mi
Antiguamente, la
generación de fidelidades era propia de la experimentación privada. Del consumo
íntimo. No había tanta publicidad y por ende los gustos podían hacerse valer
sin alteraciones ni predisposiciones. Es por ello que la fidelidad se
desarrollaba tras un proceso de experimentación.
Los jóvenes ya no
creen en la publicidad solo importa experimentar y saber qué ventas o
beneficios les trajo.
Hay exceso de
oferta e información cual mato el romance entre el comprador y las marcas.
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