IMPORTANCIA DE LA LECTURA
Se estima que unos doce millones de personas en el país
compran diarios, revistas, fotonovelas o historietas, en cambio “...hay apenas
poco más de medio millón de compradores de libros” y las ediciones de las obras
de nuestros autores más consagrados suman unos cuantos miles de ejemplares. Es
tal la penuria del número de lectores habituales en el país, que se sabe no
llegan a cinco los escritores nacionales que viven de su obra, y ello sucede
más por regalías y derechos de las traducciones o adaptaciones a otros géneros
artísticos, que por las ventas de sus originales en el interior del país. Los
datos anotados nos dan una precisa idea de que en el país los lectores
habituales son una cifra muy reducida.
Pero, qué es un lector habitual. Es
aquel que tiene la costumbre de leer un texto más o menos largo, de páginas
completas, en lugar de las frases elementales de los globitos, donde no hay
espacio para profundizar en las ideas, en la información o naturaleza de los
personajes.
Como acertadamente
afirma Felipe Garrido: “Quien está tan acostumbrado a leer sólo fotonovelas,
historietas y otras publicaciones por el estilo, que no puede leer textos más
extensos y complicados, en realidad nunca ha aprendido a leer de a de veras” Se
pregunta este autor “
¿Quién es un lector auténtico? En primer lugar, es alguien
que lee por voluntad propia, porque sabe que leyendo puede encontrar respuestas
a sus necesidades de información, de capacitación, de formación, y también por
el puro gusto, por el puro placer de leer”. En otros términos, significa que se
ha descubierto que la lectura es una parte importante de la vida, que la
lectura es una fuente de experiencias, emociones y afectos; que puede
consolarnos, darnos energías, inspirarnos. Significa que se ha descubierto el
enorme poder de evocación que tiene la lectura. “Que alguien lea por puro
gusto, por el placer de leer, es la prueba definitiva de que realmente es un
buen lector, de que tiene la afición de leer”.
Nuestro país tiene uno de los sistemas educativos más
grandes del mundo. Los alrededor de 31 millones de estudiantes con que cuenta
actualmente significan más que la totalidad de habitantes de cada uno de los
países latinoamericanos, salvo Brasil y Argentina. Tan grande sistema educativo
debiera ser el sustento de un dinámico mercado del libro mexicano, al menos los
casi cinco millones de estudiantes de preparatoria y universidad (o sus
equivalentes). Pero no es así, ni siquiera el cuantioso número de estudiantes
en educación superior, o tan siquiera el importante número de profesores de
Instituciones de Educación Superior, que suman casi 200 000 profesores son
demandantes sistemáticos de libros; en otras palabras, el número de lectores
habituales en el país es una cifra extremadamente reducida. Somos una nación
donde no se lee.
Estas cifras tan altas de personas que cotidianamente tratan
con materiales impresos, no adquieren textos nuevos o simplemente no leen
habitualmente. Cabe suponer que simplemente no leen o, si lo hacen, es
ocasionalmente o sobre impresos publicados en un pasado remoto, en todo caso, no
están actualizados y, desde luego, no leen sistemáticamente literatura; no son
pues lectores habituales.
La mayoría de ellos, inclusive los de educación superior,
profesores y estudiantes -en el mejor de los casos- se limitan a consultar sus
libros de texto, leen por obligación, o sea que leen mal, sin comprender
cabalmente y no obstante su alta escolaridad, no han adquirido el hábito y
descubierto el placer de la lectura. En consecuencia, no conocen una de las principales aportaciones de la lectura: abrir nuevos horizontes.
Es innegable, el mayor desinterés en la lectura al menos en la población joven de hoy, el habito del lector como competencia lectora y una necesidad de comunicación, pareciera estar siendo reeplazando en parte con otras formas de obtener información como el de las redes sociales, o la lectura es una obligación y no un entrenamiento, a cambio de obras literarias las veo en películas, podemos percibir que la falta de la lectura estaría generando deficiencias en la ortografía o en la misma capacidad de emitir análisis más colegiado de nuestra propia realidad...
ResponderEliminar